martes, 18 de marzo de 2008

Al recorrer la sed

Acabo de sumergirme de cabeza en el pinar que hay junto a Walpurgis como no lo hacía en varios meses, y he regresado agotada, con los pulmones llenos y las manos ardiendo. En realidad es algo que no había previsto. Sólo salí a despejarme después de comer, tras haber pasado toda la mañana peleando con cifras y fórmulas en un terreno que me resulta de lo más hostil, pero en cuanto di los primeros pasos fuera de mi casa me di cuenta de que lo que realmente deseaba era echar a rodar. Como se había hecho un poco tarde no tomé mi ruta habitual, a sabiendas de que no estoy en plena forma y consciente de que el recorrido es ligeramente complicado. “Una vuelta pequeña”, me dije, mientras me lanzaba a toda velocidad con la bicicleta hacia el camino que lleva a una urbanización cercana; más mi voluntad, a veces, es sólo el pensamiento de un segundo.

Sin saber bien porqué, vinieron a mi cabeza los versos de un poema-perfume de mi amigo Luis Mandrágora: “Al recorrer la sed / en dirección contraria / he visto por qué empieza tu desnudo / también cómo comienza mi deseo”. Entonces, como si algo mucho más poderoso que yo me arrastrase, he tomado un sendero que me conducía al bosque, siguiendo exactamente el itinerario que había decidido no abordar, pero en sentido contrario.

No sólo el esfuerzo era menor, por convertirse en cuesta abajo los muchos tramos que de la otra forma son cuesta arriba, sino que descubrí que cada uno de los lugares que creía tan familiares se habían convertido en paisajes completamente distintos, vistos desde mi nueva perspectiva.

“Al recorrer la sed en dirección contraria…”

El sol besando suavemente las ramas de los árboles en su último susurro; el lugar donde un día encontré una ardilla muerta, como dormida de frío, entre los surcos dejados por una enorme rueda; esa especie de vaguada en medio del camino donde se encharca el agua que fluye bajo el suelo hasta una alberca cercana; ese rincón donde las zarzamoras son tan dulces y oscuras cuando acaba el verano… todo igual, y todo diferente: incluso los olores y sonidos me parecían nuevos.
Hoy he aprendido una lección valiosa, aunque sé que en el fondo lo he sabido siempre: sólo me hacía falta cambiar el punto de vista.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

que bonita que es mi niña que bonita es cuando "escribe"... me parece una amapola entre los trigales verdes. No pares,lo tuyo es escribir y hacernos sentir con tus palabras lo que no sabemos decir con las nuestras. con todo cariño muchos besos.

nuria ruiz de viñaspre dijo...

Sí, todo igual y todo diferente. Qué círculo de entendimiento a unos ojos, que descansaban en un paisaje mudo pero con el cielo más hermoso que nunca, jugando con las nubes y el brillo del sol en torno siempre a los árboles... cambiar el punto de vista. Precioso el verde aún húmedo de esos árboles.

"Todo envejece y luego vuelve a rejuvenecer. ¿Por qué estamos excluidos nosotros del hermoso ciclo de la naturaleza? ¿O ascaso es válido también para nosotros? No lloréis cuando lo más perfecto se marchita. Pronto rejuvenecerá…"

Hölderlin. Hiperión

y así con todo.

Gracia Iglesias dijo...

Es curioso que siempre cites poetas que me gustan. Hölderlin es otro de mis favoritos.

Anónimo dijo...

Recorrer el camino al revés, cuantas veces en el deseo de casi todos los que pasamos por este mismo sendero. Pero qué pocos lo consiguen. Acaso sólo "Alicia" fué capáz de hacerlo en su cuento? Si lo intentásemos más veces,más lugares y personas maravillosas encontraríamos. A eso le llaman algunos salir de uno mismo. Yo creo que no hay que dejar de ser uno mismo,sino que hay que buscar al otro, el otro camino donde termina el que yo hice. La maravilla está seguro allí,donde termina la otra punta del Arco Iris, con su maravillosa olla de tesoros.
Me ha gustado mucho tu paseo en bici, he ido recorriendolo contigo en mi memoria.
Un beso.

tournesols dijo...

Cuánta genialidad y cuánto me has recordado a mí cada vez que acaricio un bosque desnuda.

*

nuria ruiz de viñaspre dijo...

Somos lo que leemos. Somos la prolongación de aquello que leemos en nuestra vida. Yo siempre lo he
dicho, nuestra escritura viene de esa desembocadura, nace ahí, justo en ese punto, en aquellos
posos que tantos otros antiguos poetas y escritores, todos buenos, nos fueron dejando. Yo siempre
te he dicho que tu manera de escribir me recuerda, en cierto sentido, a mis maneras. Así que esto
confirma la máxima de que lo semejante se une a lo semejante (palabras tb de nuestro querido
Hölderlin en su Hiperión). Por lo visto, leemos a los mismos, o por lo menos a casi los mismos, lo
cual me congratula, ya que siguiendo con esa máxima, que Hölderlin amplía diciendo que lo que se
parece no tarda en encontrarse, veo en tu escritura muchas similitudes que hacen que me reconozca
en ella. Creerás que qué egocentrismo, pero si lo piensas, no resulta mucho más agradable hablar
de gustos compartidos o al menos parecidos que verte inmiscuida en una conversación que ni te va
ni te viene???

Qué envidia de paseo, la verdad

Anónimo dijo...

Sólo pasaba a dejar un saludo, realmente me gustó lo que escribiste, es definitivamente inspirador.

Anónimo dijo...

He reeleido tu paseo por el pinar ¿donde está ese paraiso? quiero encontrarlo yo también, quizá haya que verlo desde esos ojos maravillosos qwue Dios te ha dado y tener la disposición tuya para ver solo lo bueno y bello de la vida.Lo feo ¿para que lo queremos? Muchos intentarán cambiar tu manera de ser, pero... no les dejes,se siempre igual y sobre todo ¡ESCRIBE!